… y proseguimos así con nuestro paso por tierras niponas. Ya cubrí algunos de los “iconos”, de la comida y de la fiebre por las flores de cerezo. Pero hay más, mucho más. Y aquí les comparto otro poco, para alimentar a ese goloso que yo sé llevan dentro. Si no vieron la primera parte de la historia, pueden hacer click aquí.
Casi una experiencia religiosa
El arte y arquitectura religiosos en Japón son impresionantes. Templos, santuarios, puertas “torii” (esos tan fotografiados arcos, por lo general anaranjados), pagodas, estatuas de Buda, cementerios -sin cruces-, lámparas de piedra y así. Miles. Por todos lados. Algunos más impresionantes que otros. Sin darte cuenta ya dejas de contarlos. Sin darte cuenta dejas de tomarle fotos a todos los que ves. Sin darte cuenta empiezas a dejar de notarlos, de lo tantos que son. Y con ello viene el ritual de rezo … palmadas, venias, donaciones (por supuesto), sacudida del cascabel, más palmadas, más venias, paz mental.
– No hay nada de aleatorio en todos esos movimientos –
Qué pueblo tan religioso, estábamos convencidos. Tanto templo. Tanta gente dándole a lo de las venias y palmadas (y las donaciones). Luego preguntamos por las diferencias entre templos y santuarios, entre el budismo y el Shinto (la religión tradicional de Japón), y quién practicaba qué. Oímos historias sobre monjes budistas decorando árboles de navidad (?!) y comiendo carne. Sobre gente yendo a templos budistas y santuarios Shinto indistintamente. Sobre porcentajes bajísimos de gente realmente “religiosa”. Tal parece que se trata más de rituales y tradiciones, que de una práctica religiosa seria. A los amigos japoneses que estén leyendo, o a cualquiera que esté debidamente informado, por favor aclarar! En todo caso, religiosos o no, todo lo relacionado es visualmente delicioso.
Y como bono extra… no exactamente “religioso” (más bien militar), … solo que no encontré mejor lugar para ponerlo 😊 … aquí los lindos castillos que visitamos, en Osaka y en Himeji:
Otros temillas culturales
Se me ocurrió también compartir algunos de los temas “conductuales” (qué tal esa palabra?) de la vida en Japón, según nuestra experiencia, claro. No llegan a ser los “iconos” de la primera parte del post, pero vaya que contribuyen a ese carácter tan único que tiene este país.
Por ejemplo…
- Las venias. Uno se pregunta cuánto les debe doler la espalda baja, de tanta reverencia. A veces pareciera ser una pelea de “quién hace la última venia”, así como cuando uno se ponía en el plan de “cuelga tú!”, “No! Cuelga tú!”, “Noooo, tú cuelgaaa” al teléfono con la novia. Solo que con venias.
– Ceremonia oficial, en la calle. Harta venia. –
- Los japoneses son expertos en colas. Hasta para cruzar la calle, le gente tiende a ponerse en fila, esperando la luz verde. Esta lleno el restaurante? … no escribes tu nombre en una lista y vuelves al rato… te pones en fila. La fila ya tiene como 30 metros? No importa, a esperar tranquilos, en fila. Incluso si la fila se ve interrumpida, digamos por una avenida. Sigue al otro lado. Seguro habrá uno o más “organizadores de colas”.
- Visitar baños públicos “onsen” y “sento” (el nombre depende de si son alimentados con manantiales naturales o no). Los AMAN. Nosotros los amamos también. Menuda experiencia, con la fila de mini cubículos donde primero uno se tiene que lavar, sentadito en un mini-banquito (nunca de pie), rodeado por pura desnudez de los vecinos concurrentes… el arte de no dejar que la toallita toque el agua de las hirvientes pozas, enrollándola y poniéndola sobre la cabeza… el haberme tenido que tapar el tatuaje con cinta color piel, porque no se permite tatuajes. Qué lástima que no dejaban tomar fotos allí adentro (figúrense, prohibición tan disparatada).
– Hasta aquí llegan las fotos cerca de un baño público, lo lamento. –
- No nos habíamos sacado los zapatos tantas veces en nuestras vidas. Ya sabíamos que nunca un zapato puede tocar un piso de tatami, pero prácticamente cada lugar techado (salvo tiendas y restaurantes de alto tránsito, digamos) exige sacarte los zapatos. Yo diría que más que en el resto de Asia. Fuimos tan felices de haberle puesto pasadores (“hileras”, para los arequipeños) elásticos a nuestras zapatillas. Y nos daba tanta pena ver gente visitando los complejos de templos con botas de montaña. Pasaban más tiempo atando y desatando que visitando. Eso sí, para mí el límite llegó con las “chancletas de baño” compartidas, que encuentras junto a la puerta de muchos baños.
– Medias japonesas, perfectas para usar con sandalias. Y super sexy. –
- Y aquella leyenda urbana sobre preguntar por direcciones y que, en lugar de decírtelas, interrumpen lo que están haciendo para llevarte en persona? Sí, también es cierta.
Hay más, pero lo iré dejando mejor ahí.
Cosas que uno ve por las calles
Ya sé que estoy forzando un poco mi categorización de las cosas. Pero es que no todo entra en la categoría de “iconos” o “temas culturales”. Y estas son cosas que uno ve por todos lados. Prometo hacerla corta, con un simple listado.
- Máquinas expendedoras. En todos lados. Ofreciendo de todo. Desde cocteles hasta tarjetas de teléfono hasta juguetes para adultos. Pequeñas o gigantes. De a perilla giratoria o ultra digitales.
- Luces de neón. Algunas calles parecieran sacadas de parque de diversiones.
- Basura. O, mejor dicho, NO basura. E incluso más interesante, no tachos de basura! Se supone que cada quien debe llevarse a casa cualquier desperdicio que genere. Intentamos algo así en Perú? Ja.
- Tiendas de “100-Yenes”. Cual la tradicional tienda de “todo por 1 dólar”, solo que con artículos mucho más interesantes (advertencia, igual gastarás un par de miles de yenes).
– Con lo que necesitaba comprar esos casetes de audio y esas cajas para mis CDs!! –
- Interminables “galerías comerciales” (o sea calles techadas, llenas de tiendas) y laberintos comerciales subterráneos. En cada ciudad. No hay cobertura para tu GPS ahí abajo, así que te perderás, garantizado.
- Jardines esculpidos… definitivamente una forma de arte.
– así como lo ven…está usando unas pinzas –
- Madera oscura, puertas corredizas, tejas grises y paisajes comparables a los de Nueva Zelanda (solo que vistos desde un tren a 300km/h en lugar de una camper-van).
- Productos raros y auspicios de celebridades más raros aún. Es tan interesante pasearse por los supermercados. Estoy seguro de que algunas de estas celebridades confían en que sus fotos nunca llegarán al mundo occidental (o ni saben que están siendo usadas).
COMUNICANDOSE
Para mi sorpresa, aquí fue más difícil comunicarse que en el sureste asiático. No mucha gente habla inglés y, si lo hablan, más que fijo su acento será hiper difícil de entender. En todo caso, el japonés como idioma es fonéticamente más fácil que otros, porque no hay elementos de entonación. Eso significa que si lees lo que te sale en el traductor, la gente puede que te entienda un poco (a ver trata eso con el tailandés o el vietnamita…). Y por suerte, ahí tienes al traductor de “Google”, ayudándote impecablemente a traducir directo de las imágenes. Bueno, impecablemente es un término relativo.
– Ven? Así quien necesita aprender japonés? –
También fue algo contradictorio ver que la gente es por lo general bastante reservada en público. Nunca vi a alguien abrir conversación con un vecino en el tren. Si el bus está lleno y alguien tiene que bajar, jamás lo escucharás diciendo “déjeme pasar por favor” o “chofer, espere!” … simplemente se abrirán paso con cuidado, en silencio. Peeeero, si estás en su círculo de confianza, o si es parte de su trabajo, vaya que pueden hablar alto. Y con oraciones larguísimas. Y estirando la vocal final como si fuera el brazo de Mr. Fantástico. Aquí algunos ejemplos:
– la cosa va in crescendo, así que vean hasta el final 🙂 –
Ah, y vaya que les encanta les aloca les fascina decir “gracias” (arigato gozaimasu):
– premio si le aciertan al número exacto de veces que dice gracias 😉 –
… y etc.
Se suponía que la anterior era mi última “categoría”. Pero luego le di una última revisada a las fotos y videos… y faltaban un par de cosillas. Detalles de sitios que visitamos y cosas que hicimos.
Algunos lugares interesantes que visitamos, que no he mencionado hasta ahora… Hiroshima y las emociones en torno a su parque conmemorativo de la paz. Koyasan y sus atmosféricos templos, mausoleos y enorme cementerio. Nara y su buda gigante, su estructura de madera más grande del mundo y sus miles de ciervos, a quienes, como pueden ver en el video, alimentamos de lo más eficientemente.
– hasta el lindo Bambi puede resultar algo intimidante –
Y en tema de actividades, tuvimos lecciones de Origami, paseamos por bosques de bambú e hicimos caminatas en territorio de osos. Leímos que hacer ruido al caminar mantendría a los osos alejados, así que nerviosamente saqué mi iPhone y puse música aleatoria… comprobado, a los osos no les gusta Justin Bieber.
– Ningún oso siguiéndonos… gracias Justin! –
Y eso le puso fin a nuestro viaje por (parte de) Asia! De ahí, llegó el momento de cruzar el Pacífico hacia México, para el matrimonio de mi prima Aleja. Y de ahí un mecesito en Lima, siendo engreídos (léase alimentados hasta el borde del colapso) por las familias, viendo viejos amigos y recordando cómo era aquello de no hacer nada.
Este podría perfectamente ser el post final del año … el viaje en realidad terminó recién como 45 días después de salir de Japón, pero mi rol como cuentacuentos básicamente termina aquí.
Puede que tenga material para un último post, así como quien saca conclusiones, así que denme unas semanitas y veremos…
– y para dejar Asia, alquilamos un avión entero para nosotros –
Amsterdam – Países Bajos, 6 de Julio de 2018
(sip, estoy terminando este post ya de vuelta en casa!)
Muy bueno, increíble las costumbres, graciosos los vídeos, lo disfrutamos muchísimo con Juan
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