Y así empezó…

* * * to our English-speaking followers, this is the Spanish version of the first post, which you might have already read !  🙂  * * *

RTW? Qué es un RTW?

Si me preguntaban hace 6 meses, jamás había visto el acrónimo “RTW” (que NO significa Return to Work  -De vuelta al trabajo-, como mi amigo Thom insinuó no hace mucho, por poco quitándole toda la emoción a esta historia).

Pero entonces, casi como si fuese algo organizado, empezamos a enterarnos de gente que hacía viajes “largos”.  El tipo de viaje en el que toca alquilar tu casa mientras estás fuera. Un amigo peruano (esposa e hijos holandeses incluidos), la vecina de arriba (que había peleado con el novio no hacía mucho), una colega del trabajo -que por cierto vive también aquí a la vuelta- … todos planeando viajes de 3, 4 y más meses, así como quien planea un fin de semana en Cuzco.

En paralelo, los típicos y cada vez más frecuentes artículos que uno ve online, sobre la pareja feliz que vendió todo, compró y arregló una VW Combi y se fue por el mundo con su perro.

Fue como una avalancha de ejemplos, de un momento a otro.

Mencioné que somos peruanos?

En Perú, donde Sandra y yo nos criamos, y como muchos de los que están leyendo podrán confirmar, uno nace así como que directo a una carrera de postas (relevos). Al menos en mi época era así: si tenías la suerte de haber venido al mundo en una familia peruana de clase medio-alta o alta, pasabas del biberón (o teta, claro) a la cuna al kínder al colegio a la universidad a las prácticas y al trabajo sin tomar un respiro para ver cómo se pasaban tus primeros 20 años sin darte cuenta (respira). Tomabas cursos de verano para adelantar (o repetir), cursos de verano para ingresar a la U y prácticas antes de terminarla, como para tratar de asegurar trabajo al día siguiente de la graduación. Si a los 21 ya tenías tu diploma y trabajo remunerado, eras un ganador en la vida. Y contigo tus orgullosos padres.

De joven prácticamente nunca escuche sobre “gap years” (con decirles que ni sé cómo se les dice en español.  “Años brecha”, sería literalmente. Ni siquiera oí mucho sobre “mochileo” de largo plazo. Creo que no conozco a nadie que haya viajado así largo, bien largo. Me acuerdo que un año en Mejía -el mejor balneario del mundo mundial, donde pasaba todos los veranos- dos chicas alemanas se aparecieron y se quedaron por un tiempo. A mí me parecían raras, porque no se depilaban las axilas y se armaban sus propios puchos. Según yo, eran hippies.  Luego estaban los mochileros nórdicos que uno se encontraba de cuando en vez, especialmente en los viajes a Cuzco o Ayacucho.  Y listo. Al menos para mí ahí terminaba la exposición a los viajes de largo aliento.

En todo caso, desde que nos pasamos para Europa, hace poco más de 7 años, he sabido de muchísima gente que en algún momento de sus vidas se toma ese tipo de “breaks”, así que tengo una buena idea de cómo deben ser, y sé que son bastante comunes a este lado del charco. Mayormente para veinteañeros.  Y bueno… nunca le dediqué mucho tiempo a pensar en ello… la verdad que jamás imaginé que sería un concepto aplicable a mí, a estas alturas de la vida.

Cuando las Estrellas se alinean

Lo curioso es que para redondear esta teoría de conspiración (vale también decir “coincidentemente”, pero suena menos impactante… menos Illuminati, digamos) esta avalancha de ejemplos vino a suceder en un momento de nuestras vidas en que…

  • Yo estaba con los 40 recién cumplidos.
  • Cada vez era más frecuente que nos encontrásemos en la clásica conversación de “ya no estamos tan jovencitos, eh?…”, sobre los hijos que aún no tenemos.
  • Los dos, por más de trabajar en una de las mejores empresas que seguramente hay por ahí, no estábamos precisamente en el clímax de la motivación laboral. Yo tenía más de 5 años en el mismo puesto y había estado tratando ya por un tiempo de buscar una movida interna (sin éxito, se entiende). Sandra, si bien había logrado un cambio de puesto, seguía con las secuelas de un intenso proyecto de más de dos años, de esos que lo exprimen a uno física y emocionalmente al punto de que casi me había olvidado de los tiempos en que mi esposa sonreía desde que amanecía hasta que se iba a la cama.
  • Teníamos 6-7 años de vida con doble ingreso y sin hijos (DINK, o Double Ifriends babiesncome-No Kids, dicen algunos en inglés), lo que significaba que la cuenta del banco tenía algo de ahorros. Nada como para entrar a listas de Forbes, pero tampoco despreciable.
  • Nuestro estilo de vida era (es) bastante sano y deportista, es decir teníamos aún bastante fuerza y energía en nuestro cuerpos y mentes (léase: aún nos sentíamos suficientemente jóvenes y aventureros como para un estilo de viaje de bajo presupuesto).

Y bueno, no olvidar que vivimos en tiempos en que casi todos los días sucede algo que nos hace recordar que nadie tiene la vida comprada. Sobre todo aquí en Europa occidental.

(este inicio de la historia me esta resultando más largo de lo anticipado…perdon por eso, a los que aún esTén leyendo…)

LA COSA ESCALó BASTANTE RáPIDO

Un día, casi como bromeando, dije: “…y qué tal si nos tomamos un año libre y nos vamos de viaje?”. Sonaba como una idea simpática como para fantasear un rato. Esas historias como las que uno lee, de alguien que renunció al puestazo corporativo y dejó todo atrás para irse a mochilear por el mundo… pero una historia al fin y al cabo, como la clásica de “qué haremos con tanta plata ahora que nos ganemos la lotería?”.

Hasta la noche del 19 de enero (de 2017… aclarando en caso este blog perdure en el tiempo), cuando Sandra regresó de una salida con las chicas. No se bien de qué habra ido la catársis, pero esa noche me dijo “te acuerdas de tu idea del viaje por el mundo?…Let’s just do it!” (ok, tal vez en realidad dijo algo como “hagámoslo”)

CalendarSandra

Al día siguiente, en la oficina, pregunté en voz alta, a los que se sentaban a mi alrededor: “cuánto creen que costaría un viaje de un año alrededor del mundo?”.  Uno de mis colegas dijo 100mil. También recordaron que un excolega había hecho exactamente eso, pero más al estilo de “resorts todo-incluido y restaurantes con estrella Michelin” -de familia acomodada, el muchacho-, así que no era realmente una buena referencia.

Pero luego el buen Marcel hizo una veloz googleada y luego me mandó un link por correo. Era una página (un blog) llamado ”Een jaar op wereldreis: Wat kost dat? o “un año de viaje por el mundo… cuánto cuesta?”  Esta pareja de holandeses había gastado 60mil euros en un año por el mundo, con cuarto y baño privado cada noche. Y hablaban de gente que lo había hecho incluso por 15mil (seguramente durmiendo en las estaciones de tren y sobreviviendo a punta de sopas Ramen, pero igual). No era una idea TAN irreal, después de todo. En mi vida anterior (Fran 1.0, como le digo), me había gastado más de 50mil en un “deportivo del año” (bueno, los gastó el banco en mi nombre, pero la deuda era bien mía). Y ahora resulta que podría haber cambiado ese auto por un año alrededor del mundo?  (lo que de paso me hubiera ahorrado un par de dolores de cabeza post-divorcio)… esto como que valía la pena investigarlo un poco más.

Al día siguiente -era sábado- pasé por una tienda de libros de viaje, aquí cerca de casa (como todo en Amsterdam, a 5 minutos en bicicleta), para buscar un poco de inspiración -o al menos información-.   Encontré una “Guía para un primer viaje alrededor del mundo” (el titulo original es “The Rough Guide to First-time Around the World”…es la de la foto que encabeza este post). Muy recomendable, por cierto, si ya te está picando el bichito del viaje largo.  Mientras más iba leyendo y compartiendo con Sandra, la idea del viaje largo iba dejando de ser una loca fantasía y empezaba a sonar como una posibilidad real (por cierto, los 60mil de la pareja holandesa parecían estar en el extremo caro del posible presupuesto necesario).

No recuerdo exactamente cuándo fue, pero una de esas noches, luego de intercambiar varios “estamos hablando en serio, no?” (y unas cuantas copas de vino), Sandra y yo hicimos un “high-5” (en buen cristiano, un “chócala”) y sellamos el pacto… no había vuelta atrás.

Y sí, en el proceso descubrí que RTW significa “Round the World” (al rededor del mundo, en castellano) y que hay mucha más gente que lo hace de lo que yo hubiera imaginado. Más aun, hay pasajes de avión RTW, guías RTW, itinerarios RTW y sobre todo muchos, muchos blogs y vlogs de viajeros RTW, con checklists y planes modelo que hacen bastante sencilla la tarea de organizar tu propia versión de un RTW.  Es muy probable que hace algunos años, sin toda esa información al alcance de la mano, esta loca idea nuestra no se hubiera concretado.

Y así empezó… (y con ello, “nunca digas nunca” demostró estar en lo cierto, una vez más).

Amsterdam – 21.Abril.2017


 

9 thoughts on “Y así empezó…

  1. Diana says:

    Lo maaaaximo!! Me encanta la idea!!! ( y q paja escribes!)… Espero q vayan reportando todo porq estamos por terminar de leer con los chicos “La vuelta al mundo en 80 días” así q podríamos pasar tranquilamente de Fogg y Picaporte a Franches y Sandrita!!! Que les vaya suuuuper!!!

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    • Francesco Bertini says:

      haha… q buena! gracias Dianita! y lo más gracioso es q tu comment entró a cuarentena y lo tuve q aprobar manualmente … me imagino q por haber usado la palabra “Fogg”! haha.. q malhablada nos resultaste eh! 😉

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  2. Margarita says:

    Chicos, recién me estoy poniendo al día.. ☺️ Durante la historia me los pude imaginar: conversándolo tomándose una copa de vino en su casa, pensándolo mientras que pasan la cuidad en bicicleta, buscando un libro inspirador en la librería (del Overtoom?).
    Me encanta como escribes, Fran! Mañana seguiré leyendo para saber por dónde pasaron en estas semanas.
    Besos a los 2 😘

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