Nueva Zelanda, donde los verdes son más verdes…

Llegamos a la tierra de los Maoríes tarde por la noche, tomamos nuestro Uber y llegamos al depa -de Airbnb- en las afueras de Auckland. La llave nos esperaba en una cajita fuerte colgada de la puerta, porque el dueño ya estaba durmiendo adentro. Raro eso de entrar a tu alojamiento de puntillas, para no despertar a un anfitrión que aún no conoces. Lo conocimos al día siguiente. Un kiwi medio relajado (por si no lo sabían, kiwis no son solo frutas y pájaros, sino también la gente de Nueva Zelanda). Lo más resaltante de nuestra interacción con él fue cuando nos contó sobre su exnovia boliviana, a quien había dejado porque “tener una chica latina es como tener un Ferrari… será lindísimo a la vista, pero a la hora que tienes uno, es tan caro y difícil de mantener…”  Jaja… me encantó la analogía (a Sandra no tanto).

Mencioné a los Maorí. … bueno, pues esa fue la primera gran diferencia que encontramos, con relación a Australia y sus cientos – o eran miles? – de razas aborígenes. Los Maorí son LA raza aborigen por aquí, y están mucho muy presentes en la sociedad, su idioma incluido.

Y hablando de Australia, nunca cometan el error (así como … un amigo mío) de poner a Nueva Zelanda y Australia en el mismo saco… es como decir que Holanda y Alemania son lo mismo. Grave. Para empezar, NZ es MUCHO más joven como civilización. Fue uno de los últimos territorios del mundo en ser habitado por humanos, hace recién unos 800 años (sip, 800) … o sea unos 50,000 años después de que ya hubiera gente feliz de la vida comiendo su canguro asado en Australia. Aquí, si ves por ahí un letrero que diga “lugar histórico”, seguro es por un puente construido en los 1950’s o algo por el estilo. Igual tienen sus méritos históricos más contemporáneos, como haber sido el primer país en el que las mujeres pudieron votar, allá por el 1893.

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– sensuales votantes-

Y recuerdan los muchos letreros sobre fauna salvaje en Australia?  Bueno, aquí el único mamífero nativo -de tierra- es un pequeño murciélago, aquí entre nos, bien adefesioso. Y así siguen las diferencias.

En fin… la cosa es que empezamos la visita a NZ muy bien en el plano financiero.  Ni bien llegamos, encontramos una tienda de ropa usada de “todo por 1 dólar” y nos hicimos de toda la ropa gruesa que necesitábamos, por tan solo 10 dolarucos (con lo cual también llevamos a nuestras mochilas al límite de su capacidad). Al día siguiente, conseguimos una “reubicación” de una campervan… con la que nos daban 13 días para manejarla de Auckland a Christchurch, pagando 1 dólar por día (y hasta nos cubrían el costo del ferry para cruzar a la Isla del Sur). Un hitazo. De allí en adelante, todo fue simplemente (y dolorosamente) caro. Incluida la papeleta que me pusieron por solo frenar hasta medio kilómetro por hora en lugar de detenerme del todo, frente a un letrero de “pare”.

– listos para el frío –

Y luego fuimos tres

Creo que ya es momento de presentarles a Pepito. “Pepito” es una cadena de supermercados en Indonesia. Allá por la segunda semana del viaje, en junio, nos dieron allí esta bolsa de tela. Con el tiempo, se convirtió en el lugar designado para nuestros artículos de aseo, así que frases como “has visto a Pepito?” o “me voy con Pepito, eh” son el pan de cada día. Si Tom Hanks tuvo a Wilson, pues nosotros tenemos a Pepito.

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–  me voy a la ducha con Pepito –

Qué hacer, qué ver? 

Por ahí leí un muy buen consejo para los viajes largos… tratar de enfocarse en “hacer cosas” en lugar de simplemente “ver cosas”. Venimos tratando de aplicar esa filosofía, y toca admitir que muchos de los mejores recuerdos que tenemos a la fecha son de actividades que hicimos, más que de las cosas que vimos.

Sin embargo, NZ podría ser una excepción. Aquí los colores de la naturaleza vienen sobresaturados de fábrica. Uno se cruza con tantos paisajes increíbles, que el solo hecho de manejar por el país es una fiesta para los ojos. Cuántas veces habremos parado en el medio de la nada solo para disfrutar de las vistas. Aquí no aplica esa frase de “preferir el pasto del vecino”, porque tu pasto seguramente es tan verde como verde puede ser el pasto, si no es incluso un poco más verde que eso.

Muchos verdes, pero también muchos azules en las aguas, amarillos y lavandas en las flores, blancos en los picos, y negros, marrones y grises en las rocas y omnipresente piedra caliza. La caliza, por cierto, en algunos lugares parecería esculpida, cual si fuesen ruinas de un ancestral algo hecho por el hombre. Pero no, fue la madre natura. Impresionante. Aquí algunas muestras de paisajes:

Todo es tan bonito, que luego de un tiempo empieza uno a dejar de maravillarse con lo que se ve. Ese es un error que se debe conscientemente evitar. Sí, esa será la doceava super-catarata que ves en el día, pero sí, sigue siendo impresionante!

Otra cosa que notamos es que las guías de turismo como que fuerzan la existencia de “atracciones” hasta en el más pequeño de los pueblos. Si a mí me preguntan, más allá de disfrutar de la naturaleza y de los deportes de aventura de todo tipo, en realidad no es que haya mucho mucho que hacer. Al menos esa fue nuestra impresión, tal vez debido a que no había presupuesto para hacer todos los paracaidismos/bungee jumping/canotajes/bicis de montaña y demás actividades turísticas en forma de tour organizado que, en mi humilde opinión, son un poco caras para lo que ofrecen.

Claro que elegimos una que otra, pero lo que más hicimos –y gratis- fue caminar. Caminata/hiking/trekking… la verdad nunca entendí las diferencias. Aquí le llaman “tramping”, aunque deberían llamarlo “trepada de escaleras” … porque debemos haber subido y bajado 2 millones de escalones. Pero bueno, esto del “tramping” nos encantó. De paso era la excusa perfecta para no distraerse con libros ni tecnología de ningún tipo ni nada y simplemente hablar. Durante las caminatas, tuvimos las mejores, más largas y relajadas conversaciones, desde el tema más serio hasta la inmortalidad del mosquito.

– haciendo camino al andar-

Una de las mejores caminatas (o “trampas”, me imagino que vendría a ser) fue sin duda el cruce alpino en Tongariro. Una ruta de 20kms a través de paisajes increíblemente cambiantes, incluido un volcán muy parecido al gran Misti de Arequipa. Aquí conocimos a Roberto, un argentino super buena onda que luego llevaríamos hasta Wellington, escuchando rock argentino ochentero, aprendiendo de quién era la voz gaucha que desde el GPS nos decía “Salí a la izquierda, bestia” y visitando el que Sandra había leído era el pueblo más lindo de Nueva Zelanda (donde la edad promedio resultó ser de unos 83 años). Roberto no tardó en identificar un par de potenciales conquistas, pero lamentablemente tuvimos que seguir. Buenos momentos.Tongariro_IMG_2467

– grande Roberto, never pony !-

Cuál capitán?

Cook. James Cook. El Capitán Cook fue para Australia y Nueva Zelanda lo que Colón fue para las Américas. Pero hay TANTAS cosas bautizadas en su honor… desde calles, universidades y panaderías hasta fértiles tierras, cumbres nevadas, ríos y quebradas.  Es un poco extraño ver como “honran” tanto a su colonizador, en tiempos en los que se escucha más y más sobre cómo fue (mal)tratada la gente oriunda, en esos tiempos. Tanto en Australia como en NZ. Pero bueno, no conozco lo suficiente sobre su historia y raíces como para formar una opinión sólida, así que lo dejo ahí.

Alguien pidió agua tibia?

La última antes de pasar a lo específico… Si hay algún kiwi que esté leyendo esto, me podría explicar por qué no pueden tener una “mezcladora” convencional en los lavatorios? Casi siempre te encontrarás con caños/grifos independientes para el agua fría y caliente. Cómo hacen para lavarse las manos con agua tibia? No me digan que ponen el tapón y van llenando el lavabo, mezclando! En fin. Cosas del Orinoco.

– quemado o congelado? Usted elige –

La Ruta Rutonga

Ahora algo de nuestra ruta.  Como ven aquí abajo, cubrimos una buena parte de ambas islas. Trataré de hacerla un poco más corta esta vez…

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Para empezar, ya mencioné que manejar por estos lares es un placer en sí mismo. Se acuerdan de ese empaque de leche, con vaquitas felices sobre verdes prados, con los nevados y el cielo azul de fondo?  Pues bien, existe! Aquí una muestra de lo que uno ve desde detrás del timón:

– carreteras mojadas, la la la laaa… ♪ ♫  ♪ –

Eso sí, manejar aquí fue un poquillo más complicado que en Australia. Menos señalizado y lleno de puentes de un solo carril. Vamos, qué onda con tanto puente de un carril? Ya sé que se deben haber ahorrado billones al construirlos, pero igual no entiendo. Hasta en las pistas principales, eventualmente tendrás que detenerte y dar paso a los que vienen, gracias a un bendito puente de un solo carril. Y un carril bien estrecho, dicho sea de paso. Por suerte no veníamos en una de esas caravanas extra-anchas.

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– flecha roja, tú esperas, flecha negra, te esperan a ti –

La Isla del Norte en una campervan

Como ya dije, la primera etapa fue manejar desde Auckland hasta Christchurch con el asunto de la “reubicación” de la campervan (por mi madre, que feo suenan algunas cosas en castellano, no? …“Relocation-deal”, super cool… “Oferta de reubicación?”, horroroso).

Auckland no nos impresionó. Dicen que es como un “Sídney para principiantes”. Nah, nos quedamos con Sídney, sin dudarlo. Es una ciudad bonita, pero no como para la lista de “me encantaría vivir aquí”.

El centro de la Isla del Norte sí que nos gustó. Mucha actividad geotérmica en Rotorua y Taupo, la caminata alpina que ya mencioné, en Tongariro, interesantes pueblecillos Maoríes, cuevas con gusanos luminosos y una visita (cliché y cara, pero igualmente simpática) al set de filmación del Señor de los Anillos en Hobbiton.

Y en caso se pregunten cómo son los famosos “haka” (y no los que seguramente ya han visto en una cancha de rugby), pues aquí va uno:

Wellington, en el extremo sur de la Isla del Norte, merece un poco más de texto. Aquí por cierto es que se toma el ferry para cruzar a la Isla del Sur, atravesando el … qué creen? … estrecho de Cook!

Como sabrán, Perú se jugó el repechaje para Rusia 2018 contra Nueva Zelanda. El último cupo para el Mundial estaba en juego y el primero de los dos partidos se jugaría en Wellington, así que no había forma de que faltásemos. Tuvimos que volver un poco hacia atrás, volando desde Christchurch, pero vaya que valió la pena! Nunca imaginé que podría ver a tanto peruano junto, en una ciudad tan lejos del Perú. Calles infestadas de camisetas y banderas blanquirrojas, al otro lado del mundo. Impresionante.

Después de un decepcionante 0-0 (tan bonito que hubiera sido gritar “gol” en ese estadio), fuimos al “afterparty oficial peruano” con Alonso, amigo perucho que ya nos habíamos encontrado unos días antes. Allí conocimos a más de un pintoresco compatriota, como el gran Ricardo, quien, satisfecho con su foto junto a dos rubilindas locales de escasas prendas, me dijo -cuando traté de alentarlo a que vaya por más- “nada, me voy como Gareca…contento con el empate”.  Jaja…

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– yo también me metí a la foto, claro está –

Aquí la selección de fotos de la Isla del Norte:

La Isla del Sur

Mucha más naturaleza aquí en el sur. Si alguna vez vienen a NZ y están limitados de tiempo, quédense con la Isla del Sur.

Christchurch, aun recuperándose de los terribles terremotos del 2010 y 2011, parece una versión moderna del Foro Romano, con contenedores reemplazando -temporalmente- paredes de ladrillo y playas de estacionamiento gigantes en manzanas donde antes había edificios que ya no están. Ciudad simpática e interesante, pero es a la vez un poco triste de ver.

Cruzamos las montañas del centro de la isla en ambos sentidos. Primero, atravesando el increíble paso de Arthur, con dirección a los igualmente increíbles glaciares de la costa oeste (aunque tengo que decir que hace poco vi las fotos de unos amigos, de un glaciar en la Patagonia argentina, y ese se veía bastante más impresionante que estos de por aquí). Luego cruzamos de regreso, por lo que fue la cumbre de nuestra etapa montañosa, en … una vez más qué creen?… el Monte Cook! Muy buenas caminatas con nevados, paredes de glaciar, icebergs, cielos negro azabache llenos de estrellas y nuestra primera vez en un “dorm”, compartiendo el cuarto con una pareja de chiquillos chinos de lo más conversadores.

Queenstown y el parque nacional de “Fiorland” fueron nuestras ultimas paradas en NZ. Fue también fue lo que más nos gustó del país. Los tours en bote a los fiordos de Milford y Doubtful fueron algo diferente a todo lo que habíamos visto hasta entonces. Y finalmente Queenstown -y su hermana menor Wanaka-, probablemente las únicas ciudades en NZ donde podríamos considerar vivir. Pequeñas pero de lo más pintorescas. Buen ambiente y vistas de postal. Aquí también conocimos a Sarah, una simpática holandesa con la risa más contagiosa de la isla, ultra fan confesa del grupo Hanson (se acuerdan de “MMMBop? …. Bueno, parece que aún siguen cantando los niños -ya crecidos, asumo-). Yo creo que una cerveza más y Sarah nos mostraba un tatuaje de Hanson en la espalda. Con ella salimos a comer, a tomar helados, cervezas de jengibre (me imagino que así se dice “ginger beer”), probamos la autoproclamada mejor hamburguesa del mundo, caminamos y nos reímos de tontería y media. Buenos tiempos. Ya planearemos un siguiente encuentro, en Maastricht, de carnaval.😊

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– después de 40 minutos de cola, muy bien invertidos! –

Y finalmente, aquí en Queenstown, en un bar con un pequeño grupo de peruanos -gracias a Facebook-, vimos el segundo de los partidos del repechaje… y vimos al Perú clasificar al Mundial después de 36 años. Esta vez la única bandera peruana en las calles fue la de Sandra, pero valió por todas las de Wellington y más. Ver al Perú ir al Mundial, ganándole a Nueva Zelanda, en Nueva Zelanda. No tuvo precio.

Aquí las fotos de la Isla del Sur…

Con ello, listos para la segunda parte de Australia.

Ah, me olvidaba del momento musical. Lo siento, pero tiene que ser éste:

 

En el avión, en algún lugar sobre India -creo-, 5 de diciembre de 2017.


 

4 thoughts on “Nueva Zelanda, donde los verdes son más verdes…

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